El desarrollo saludable significa que los niños de todas las capacidades, incluidos aquellos con necesidades especiales, pueden crecer donde se satisfagan sus necesidades sociales, emocionales y educativas.

Todos los niños tienen derecho a sobrevivir y desarrollarse. Sin embargo, muchos niños y adolescentes siguen haciendo frente a importantes dificultades para sobrevivir durante su infancia y para desarrollar todo su potencial.

En 2019 murieron 6,1 millones de niños y jóvenes adolescentes, la mayoría por causas que se podían evitar. De ellos, 5,2 millones eran menores de cinco años, y casi la mitad eran bebés recién nacidos.

La salud de los niños y los adolescentes corre más peligro cuando se encuentran en entornos de emergencia o refugios humanitarios. En esas circunstancias, los servicios de salud que les pueden salvar la vida no suelen estar disponibles.

A nivel mundial, casi el 40% de las muertes de menores de cinco años se produjeron en países donde había crisis humanitarias. Se estima que entre 2018 y 2050 nacerán 2.000 millones de personas. África sigue siendo la única región del mundo en la que se anticipa un aumento sustancial de los nacimientos, lo cual tendrá repercusiones sobre unos sistemas de salud.

La salud mental, los accidentes de tráfico y la obesidad son los que más preocupan en los países desarrollados, según concluye el Informe FAROS emitido por el prestigioso hospital Sant Joan de Déu, Barcelona.

Algunas de las principales conclusiones del informe "Los problemas de salud infantil, tendencias en los países desarrollados", pone de manifiesto un descenso considerable de la mortalidad infantil, pero también un inquietante y creciente aumento de trastornos mentales como depresión, ansiedad, problemas de conducta e hiperactividad en niños entre los 10 y 14 años, aunque también a edades más tempranas, partir de los 5 y 9 años.

Las experiencias tempranas están integradas en nuestros cuerpos, creando "recuerdos" biológicos que dan forma al desarrollo, para bien o para mal.

El estrés y los eventos adversos de la vida temprana pueden tener un impacto duradero en la salud mental y física de los niños. Específicamente, el estrés de la vida temprana puede contribuir a retrasos en el desarrollo y resultados de salud deficientes en el futuro. El abuso, la inestabilidad familiar, los vecindarios inseguros y la pobreza pueden hacer que los niños tengan habilidades de afrontamiento inadecuadas, dificultad para regular las emociones y funcionamiento social reducido en comparación con otros niños de su edad.

La obesidad debida a trastornos en el comportamiento en la salud mental del individuo es uno de los apartados más inquietantes, por ejemplo, uno de cada diez niños españoles es obeso. 

Además, la exposición a peligros ambientales, como el plomo en el hogar, puede afectar negativamente la salud de un niño y causar retrasos en el desarrollo cognitivo.

El estatus socioeconómico de las familias y comunidades de los niños pequeños también afecta significativamente sus resultados educativos. Específicamente, se ha demostrado que la pobreza influye negativamente en el rendimiento académico de los niños pequeños. Las investigaciones muestran que, en sus últimos años, los niños de entornos desfavorecidos tienen más probabilidades de repetir grados y abandonar la escuela secundaria.

La salud de los niños va más allá del crecimiento físico, también incluye su desarrollo cognitivo (aprendizaje y pensamiento), crecimiento social y emocional y salud mental. Por eso es importante asegurarnos que tengan acceso a todas las herramientas necesarias para poder desarrollarse y crecer para poder integrarse a la sociedad sin ningún problema.